martes, 27 de noviembre de 2012

Santa Catalina Labouré

Fue la octava de los diez hijos del granjero Pierre Labouré. Perdió a su madre, Louise Gontard, en el año 1815 y fue criada por su tía.
Entró en la congregación de las Hijas de la Caridad, fundada por San Vicente de Paul, que escogió debido a un sueño que tuvo de san Vicente que la invitaba a unirse a su obra. Fue admitida el 21 de abril de 1830 en el Seminario de las Hijas de la Caridad, situada en el número 140 de la calle del Bac en París. Días después asistió al traslado de las reliquias de san Vicente (25 de abril de 1830).
Desarrolló particular afecto por la Virgen María. Señaló que la Virgen se le manifestó el 18 de julio y el 27 de noviembre de 1830. Se dedicó a cumplir la misión que según ella le encomendó la Virgen: acuñar una medalla, alusiva a su Inmaculada Concepción. Los favores celestes que acompañarán la difusión de esta medalla harian que muy pronto se la llame Medalla Milagrosa.
Fue destinada al hospicio de Enghien, en la calle de Reuilly de París. Durante cuarenta y cinco años se dedicó a oficios humildes: cocina, atención a ancianos, portería. Falleció el 31 de diciembre de 1876, sin haber revelado sus visiones a nadie salvo su director espiritual.
Exhumado su cuerpo en 1933, fue encontrado en perfecta conservación y se encuentra actualmente en un féretro de cristal en la Capilla de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, en la Rue du Bac, París. El papa Pío XI la beatificó el 28 de mayo de 1933 y Pío XII el 27 de julio de 1947 la canonizó. Su fiesta se celebra el 27 de noviembre.
Según Catalina, durante la noche del 18 de julio de 1830 se despertó al oír la voz de un niño que la llamaba "Hermana, todo el mundo duerme, venga a la capilla, la Santísima Virgen la espera". Catalina se levantó, siguiendo al niño. Al llegar a la capilla, escuchó el roce de un vestido de seda. Dice que allí se le apareció la Virgen y le dijo: "Dios desea encomendarte una misión. Tú serás contradecida, pero no tengas miedo; la gracia te acompañará para que puedas realizar aquello que es necesario. Cuéntale a tu director espiritual todo lo que sientas en tu interior. Son tiempos en los que prevalece la maldad en Francia y en el mundo."
Meses después, el 27 de noviembre, Catalina contó que la Virgen se le volvió a aparecer, durante sus meditaciones vespertinas. La vio dentro de un marco oval, que se alzaba sobre un globo pisando una serpiente; llevaba muchos anillos de diferentes colores, la mayoría de los cuales despedían rayos de luz sobre el globo. Alrededor del margen del marco estaban inscritas las palabras "Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que acudimos a ti". La Virgen dijo: "Es la imagen de las gracias que reparto sobre las personas que me las piden", y para explicar los anillos que no proyectan rayos, agrega: "Es la imagen de las gracias de aquellos que se han olvidado de pedírmelas". Mientras Catalina contemplaba, la imagen pareció rotar, y se podía observar un círculo con doce estrellas, una gran letra M superpuesta por una cruz, y debajo las siluetas estilizadas del Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. Catalina dijo que después la Virgen le pidió que tomara esas imágenes y se las llevara a su padre confesor, y le pidiera que las mismas debían ser impresas en medallas, añadiendo: "Todos aquellos que porten la medalla recibirán grandes gracias."
Después de dos años de entrevistas y de observación de la conducta de Catalina, el sacerdote informó al arzobispo de París de lo sucedido sin revelar la identidad de Catalina. La propuesta fue aceptada, se fabricaron las medallas y llegaron a ser muy populares. La doctrina de la Inmaculada Concepción aún no era oficial, pero la medalla con las palabras Concebida sin pecado influyó en el papa Pío IX al proclamar el dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854.

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